viernes, 18 de septiembre de 2009

El verano se acaba

Hace mucho que no escribo. No he tenido ganas. No he tenido tiempo.

Necesitaba un tiempo de silencio. Me quedé sin nada que decir, sin nada que explicar.

También es cierto que estoy inmersa en una suplencia en el hospital que me ocupa casi todo el día. Es un trabajo de tres semanas que está poniendo a prueba mi capacidad de adaptación, mi resistencia al estrés y a un ritmo de trabajo duro y exigente. Es un trabajo apasionante, variado, pero agotador, sobretodo al principio.




Todo a mi alrededor me ha empujado al silencio, a no mirar ni siquiera mi buzón de correo; no he paseado por la red, no he visitado blogs amigos. No sé la razón, simplemente lo necesitaba para concentrarme en otra cosa.



Pero esta mañana, desde el autobús que me llevaba al hospital (ni ganas de andar he tenido) he contemplado la salida del sol, una vez más, desde el mar. Bajar del autobús, respirar el aire fresco de la mañana, oler el salitre, llenarme los ojos con los azules de cielo y mar me ha devuelto... es como si hubiera despertado de un largo sueño.

No me di cuenta y casi nos roza el otoño, mi estación favorita. El día antes del pasado otoño me decidí a escribir para nadie, para todos, en este rincón que casi se quedó vacío y que se ha ido llenando a fuerza de palabras, música, comentarios y algunos paseos.

Así que, como aquellas flores del árbol de la lana que florecen al final del estío... regreso a la palabra y sigo buscando.

Las fotografías de la puesta de sol se tomaron en Prenafeta el fin de semana pasado, en una casa preciosa perdida en el bosque que una buena amiga me deja de cuando en cuando para que no olvide lo que es realmente importante.

4 comentarios:

Joselu dijo...

Entiendo esas temporadas de silencio, a veces nos apetece quedarnos sin palabras porque los sentimientos caminan por sí mismos en nuestro interior. O vete a saber por qué. El silencio también es una forma de sonido. Sabía que estabas ahí y que algún día volverías. Tus posts rezuman en su serenidad y en su sencillez una atmósfera de espiritualidad que me alcanza. Llega el otoño. Haces bien en decirlo. Yo no sé si me he dado cuenta. Supongo que sí porque ha bajado la temperatura y ha llovido, pero ahora entramos en otro tiempo más íntimo, más interior. Espero que sea fecundo en vida, en diálogo, en intercambio, en sentimiento, en lo que es nuestra razón de estar aquí: en ser.
Un cordial saludo.

Tesi dijo...

Qué pena...
Yo adoro el invierno, aunque en verano tampoco se está nada mal. :D

en Girbén dijo...

M'agrada l'expressió -que va camí de perdre's- de "fer setembrí". Fa setembrí quan gira el temps i et cal, per primer cop en mesos, un jerseiet. No sols és garantia de què les coses del cel encara funcionen com cal, que després de tanta calorada ja en dubtaves, sinó que sents com la fresca t'espavila.
No, la tardor no està gens malament, i si sap començar tan regalada com aquesta
la cosa promet. Espero.

Laureta dijo...

Cuando he empezado a leerte, me ha dado la sensanción como si me hubieras leido la mente y hubieras plasmado aquí lo que habías visto... Curioso, verdad!!

Hoy termina el verano, hoy! Y damos paso a esa estación tan bonita que es "la tardor"... en la que espero que ese estrés se convierta en cosas fructíferas y disfrutes cada día de la caida de las hojas.

Te mando un beso enorme, mi brujilla! Y sobretodo, mil perdones por mi ausencia casi eterna!

Un beso... guapa!


Lovecats, de Benita Winkler