viernes, 31 de octubre de 2008

Hvala en el filo de la navaja

Las primeras fotos de la osa Hvala después del ataque a un cazador demuestran que el animal goza de buena salud. Las imágenes fueron captadas el pasado lunes desde un helicóptero muy cerca de la frontera con Francia. El Conselh Generau d´Aran hizo oficial ayer su petición de retirada de todos los osos de Aran, tras una votación en pleno, mientras que el juez ha archivado la denuncia presentada en Vielha por la operación de captura de Hvala. La asociación ecologista Ipcena ha llevado ahora el caso a la fiscalía de Lleida.
De la edición digital de "La Vanguardia", correspondiente al 29/10/2008


Hoy, en el hospital, mientras esperábamos turno para comer en los comedores, alguien ha sacado a relucir el tema de la osa Hvala, de Era Val d’Aran. “Si se pone a dormir ahora tendrá una oportunidad” dijo alguien. “No entiendo esa manía que tienen los cazadores de cazarlo todo” dijo otra persona. “Donde habita el hombre, no queda espacio para nadie más” dije yo. Se abrió un minidebate que concluyó con la repetición de mi idea, en labios de un conocido médico internista del hospital. Miré la lluvia que caía desde la venta con tristeza. Así es y, de momento, no tiene visos de cambiar.

El tema de la reintroducción de los osos en los Pirineos ha dado mucho que hablar. Me he preguntado varias veces quién fue el iluminado de la Generalitat que tuvo la genial idea de repoblar los Pirineos catalanes con osos, apenas veinte años después de que los cazadores acabaran con los últimos ejemplares. Es una quimera, simple y llanamente. Se hizo en contra de la mayoría de la población aranesa, que son a fin de cuentas los que viven allí. A ellos no les interesa el bosque intacto, sino el turismo de lujo, la construcción masiva de alojamientos de alto standing en el que basan su economía. Ellos mismos lo han dicho una y otra vez y de modo más o menos directo: "esos animales no tienen ningún derecho a estar en sus montañas".

En el hospital, una de mis compañeras tiene familia y amigos con gran tradición de cazadores. “Ellos lo han hecho toda la vida, incluso los críos van con sus padres a cazar pequeñas presas. Es inútil explicarles nada, algunos incluso ven su actividad como ecológica porque, por ejemplo, hay demasiados jabalíes”. Está claro que los grupos conservacionistas y ecologistas lo tienen crudo para mostrar a los cazadores otras perspectivas del hecho conservacionista.

Los cazadores hablan de derechos, los suyos, a cazar alimañas, los proteccionistas hablan de los derechos de los animales. El concepto “derecho” es una entelequia humana más, que sirve para justificar nuestros actos ante los demás. Como el resto de la comunidad viviente no puede jugar en el mismo nivel de lenguaje, la especie humana es mucho más abundante y tenemos las armas más potentes, tenemos carta blanca para justificar todo como nos convenga. Para darle un carácter más tajante, lo vestimos de derechos. Toda la comunidad viviente tiene el mismo “derecho” a la vida y a un lugar bajo el sol. Que una especie animal, el homo sapiens sapiens, por derechos de dominio, se erija en el ente que decide quién tiene lugar para vivir y quién no es mera circunstancia.

Y así estamos, gastando el dinero del contribuyente en llenar unas montañas de osos que nadie quiere allí. Gastando mucho dinero en exportar unos animales de Eslovenia, en trasladarlos al Pirineo, cuidarlos y aliviarles el tremendo estrés que para ellos ha supuesto su captura y posterior traslado-aclimatación a su nuevo hábitat, (con bastante riesgo para la salud física y mental de los osos, por cierto). Gastando dinero en tenerlos localizados y, a poder ser, fuera del alcance de los cazadores de Les que ya han amenazado en varias ocasiones en salir por su cuenta a “ajustar cuentas con la osa”. ¿Dónde está el sentido común de los técnicos de la Generalitat?

Mientras tanto, la nieve ha comenzado a caer en los montes de Canejan, muy cerca de la frontera con Francia. La sierra que se extiende más allá de los pueblos de Bòssost i Les es magnífica, llena de extensos bosques, altas cimas, y un silencio que se extiende más allá de las pistas forestales que he recorrido en diversas ocasiones. Son… un santuario de Gaia, un lugar perfecto para una comunidad de osos, para cualquier comunidad viva que siga las reglas de la naturaleza, no la que dicta el alcalde de tal o cual enclave humano. Quizá Hvala, ajena a todo este lío, esté ya buscando un lugar tranquilo para iniciar su hibernación. Me pregunto qué miraran sus ojos en este anochecer, si el aire frío acariciará su pelaje mientras huele la brisa en busca de algún alimento. Dicen los guardas forestales que la han visto que parece estar sana. Incluso se comenta que podría estar embarazada.

Triste pero cierto, mucho me temo que Hvala está condenada. Como dijimos antes, donde habita el hombre, no hay lugar para nadie más. El hombre mata para comer. Los osos, los lobos, el resto de especies no pueden matar para comer, les hemos negado “ese derecho”. Cada día desaparecen de la faz de la tierra una media de 200 especies, pero el homo sapiens no para de aumentar el número de sus ejemplares. Cuando toda vida que no nos sea conveniente haya sido borrada de la faz de la tierra, ¿qué demonios hará el hombre?

Las brujas regresamos a lo profundo del bosque, a recoger bayas y nueces, a contemplar la lluvia y las canciones que Gaia susurra a los pocos que todavía queremos escucharla. ¿Escuchan los cazadores esa canción?

1 comentario:

Ramón María dijo...

Mucha sordera, demasiada.



muxus hogei sarah


Lovecats, de Benita Winkler