domingo, 17 de marzo de 2013

Pérdidas y ganancias

El panorama laboral está de pena. Cuando una lleva casi 5 años sobreviviendo en una empresa pública, a fuerza de dedicación, de ver muchas cosas escandalosas y callar siempre, se acaba perdiendo las esperanzas.

Hoy es uno de esos días en que las ganas de dar una patada al trabajo resurgen con fuerza en mi interior. No se valora el esfuerzo, ni las horas de más dedicadas a aprender, o a que los temas de los que una se responsabiliza, salgan adelante.

Resulta increíble, pero siempre llega alguien que "ya estaba antes de ti", aunque lo haga de pena. Llegó antes y te pilló el puesto, sin merecerlo ni ganarlo día a día. Cuando ocurre esto, una, que está ya harta de poner cara de póker,  siente rabia y desesperanza.

Rabia porque no es justo que los mejores puestos de trabajo se los lleve alguien por ser "familiar de", o que los ocupe una persona que tiene derechos "de antigüedad" que hacen que ni siquiera sea necesario que esta persona haga bien su trabajo. La desesperanza llega cuando una comprueba que esforzarse, en este país de chupatintas, enchufes, prevaricaciones y otras perlas al uso, no lleva a ninguna parte. Para mí es una cuestión de calidad de trabajo, de ser la mejor o ser lo mejor posible, una cuestión que, en estos casos, no suele tenerse en cuenta. Se mantiene en los puestos de trabajo a personas claramente inútiles, solamente porque "son fijas y llevan mucho tiempo en la empresa", mientras que gente con más aptitud y ganas de trabajar se queda en la retaguardia o peor, en el temido paro.

Hace unos años tomé una decisión y salté al vacío, profesionalmente hablando. Hasta cierto punto es un milagro que haya sobrevivido a los recortes, tijeretezos, EROS y demás figuras jurídicas usadas para atar bien corto a la Función Pública. He trabajado mucho, he trabajado bien, sin pasar por encima de nadie y sin jugar tretas sucias para defender mi puesto de trabajo. He tenido un poco de suerte, pero nadie me ha regalado nada.

Hoy me pregunto qué maldito sentido tiene todo ese esfuerzo dedicado.

Como dije, cuando comencé a reabrir este rincón, habían éxitos y fracasos en estos tiempos que he estado fuera de la esfera blog.

Esta noche pienso en los fracasos. Supongo que de todo esto saldrá algo bueno, pero, ahora mismo, no lo veo.

De todos modos, pienso en lo mal que va el país y en las actitudes de mucha de la gente con la que trabajo. Una no se extraña de que las cosas vayan tan mal ante la desgana de muchos trabajadores y la mala gestión de los mandos intermedios, que ni saben organizar ni saben de eficiencia. Se pierde tiempo en muchos despachos, demasiadas reuniones, demasiados cafés, se paga demasiado a gente que no justifica su salario y se maltrata a gente con ganas y pasión por lo que hace. Ni siquiera la ley nos permite "vender limonada". Los pequeños negocios son complicados de arrancar y la conjura de las tasas y los impuestos los suele ahogar antes incluso de que vean la luz.

Esta noche tengo ganas de irme a Australia a trabajar. Escucharé cualquier propuesta, eso sí, que sea honesta, si no es mucho pedir.

4 comentarios:

Sandra dijo...

Hola. Es la primera vez que me paso por tu blog. Lo he descubierto a través de otro. Veo que has estado un tiempo sin actualizar y hace poco lo has retomado. A mí también me pasó lo mismo: lo dejé casi dos años y medio y he decidido retomarlo. No dejes de escribir, hay que seguir adelante.

sarah dijo...

Sandrita,

Bienvenida por aquí.

Es cierto, he estado un par de años fuera, por historias personales, laborales, estudios, experimentos con las redes sociales...

Pero ahora siento que necesito apartarme de lo social (se te acaba comiendo) y retomar el blog, que es, al menos para mí, un espacio más tranquilo, más reflexivo y de más riquza que el hecho de subir comentarios jocosos para hacer reír a tus amigos en el Facebook.

Nos vamos viendo. Un saludo.

Anónimo dijo...

Si escribiéramos un libro sobre nuestra vida en la administración pública...no sé...no sé si sería para reir o para llorar, depende de como se mire. Me alegro de que la brujilla haya vuelto a abrir la puerta.

Ada ;)

sarah dijo...

Gracias, Ada... el tiempo es escaso y muy valioso, hay que ser cauto en qué "se pierde". Necesito retomar la escritura y espero que me salga algo más maduro que lo que inicié, hace casi cinco años. Un abrazo


Lovecats, de Benita Winkler