sábado, 23 de mayo de 2009

Coches: sobre la velocidad y el tocino vs cada vez lo entiendo menos

Durante esta semana se ha hablado mucho de una de las maravillosas medidas que nuestro gobierno pone en marcha con el fin de suavizar, parar, ralentizar, arreglar (léase aquí el adjetivo que más convenga) la temible crisis: el nuevo plan Renove que va a reactivar el consumo en el sector del automóvil.

Y yo me creo que soy bruja, je je, lo que hace el gobierno que es magia; falta ver todavía si es magia blanca, negra, o gris con topos verdes.

Esta noticia me llenó de asombro y de estupor: ¿esto es todo lo que se puede hacer para paliar la crisis? ¿reactivar el consumo es la respuesta?

Vamos a ver si lo he entendido bien.

Antes la gente que podía se compraba un coche, y lo hacía durar el máximo tiempo posible por ser un elemento caro. Con un coche por familia ya bastaba.

Luego vino todo esto del estado del bienestar que confundimos todos con el del despilfarro y como los precios fueron bajando y nuestros ingresos subieron, muchos comenzaron a cambiar el coche con más frecuencia, por aquello de presumir de estar a la última, de adquirir el último grito en tecnología y, de paso, dejar bien claro a los vecinos lo bien que nos iba. Hubo quien decidió tener más de un coche porque hacía falta, era necesario: "para ir yo al centro comercial mientras tú me recoges a los niños, querido" o para el hijo adolescente que "claro, lo necesita para ir a la universidad". Todo esto trajo consigo un aumento en la producción de coches, con el consumo de energía para fabricarlos y la extracción de más materia prima con qué hacerlos. Más producción, más puestos de trabajo, claro (o no tan claro, hay partes del proceso de fabricación de los coches que se robotizaron y se prescindió de mano de obra humana). Esto también ha tenido como consecuencia más importaciones de petróleo, más emisiones de co2 y otras adorables sustancias a la atomósfera.

La progresión no podía ser infinita y, al igual que ha ocurrido con otros sectores de producción: ha tocado techo. Después de todo, no podemos llenar el mundo de coches, ¿o sí?

La gente tiene menos dinero, algunos están incluso dependiendo de un subsidio estatal, (el paro, vamos), lo que nos está obligando a todos a replantearnos las prioridades y el nivel de consumo que hemos ejercido hasta ahora. Muchos han vuelto la vista atrás, cuando, tan solo una generación atrás, se consumía lo menos posible y todo se hacía durar, se arreglaba. Una sana costumbre que, ahora lo sabemos, era más respetuosa con los demás y nuestro entorno que la orgía de gasto constante en la que nos vemos metidos ahora. Si disponemos de menos dinero, parece lógico que consumamos menos, que gastemos menos de nuestro dinero o lo reservemos para necesidades reales.

Por otro lado, el hecho de que se compren menos coches debería ser una buena noticia: se está requiriendo menos materia prima, se está gastando menos energía, se están emitiendo menos sustancias contaminantes a la atmósfera, hace suponer que la gente utiliza más la bicicleta o los transportes públicos o que camina más... (lo que redundará también en más salud para la gente, en aire menos polucionado en las ciudades, algo menos de ruido) vaya, me lo parecía a mí.

Pues debo de estar equivocada, el gobierno me dice que "se debe estimular el consumo de vehículos para que la industria del coche no se colapse". ¿Van a hacer lo mismo con el exedente de construcción que ya nadie puede pagar, para que el mercado del ladrillo "tampoco se colapse"? ¿y con los banqueros que "sobren" de nuestro pobre y maltrecho sistema banacario? y así con todos los sectores de la producción.

¿La solución al problema económico es consumir más?

No puedo dar soluciones a la crisis con la que (creo de verdad) nos estamos tan solo comenzando a enfrentar, pero sí creo fervientemente que más de lo mismo no va a arreglar nada y el planteamiento falla ya en sus bases: ponemos parches en lugar de darle la vuelta al problema y dar un nuevos enfoques o plantearlo de manera distinta. Desde luego, echar más tecnología al fuego del mercado económico, uhmmm, no creo que sea la alternativa.

Debe de haber otras maneras de crear riqueza (no progresiva hasta el infinito, eso es imposible), que al mismo tiempo sean compatibles con el respeto a nuestro entorno y que permitan a todo el mundo acceder a lo básico. Más de todo no ha significado nunca estar necesariamente mejor (ya en los años ochenta surgió en los USA un movimiento de exyuppies que despertaron del sueño de tener más y más y más hasta la saciedad más insaciable y se plantearon la vuelta a un estilo de vida más sencillo con menos cachivaches, menos ropa, menos coches, menos casas o casas más pequeñas...).

En resumen: me quedo atónita ante las medidas que licenciados diversas ramas del saber pueden llegar a sacarse de la chistera para arreglar este desaguisado llamado crisis.

Mi modesto entender es que las cosas no van por ese camino, sino que van a ir por derroteros más desagradables y nada fáciles de afrontar. Lo que se está haciendo es pasarle la pelota a la generación venidera, mientras los que estamos envejeciendo ahora surfeamos como podemos por encima de todo ello.

No me parece correcto ni moral.

Mi pareja lleva ocho años de su vida ganándose el sustento conduciendo un camión de hormigón que, lo habréis adivinado, depende de la construcción. Lo llevamos hablando durante varios meses: ha de cambiar su orientanción profesional porque la actual lleva visos de llevarlo al paro en más o menos tiempo.

¿Vamos a pedirle una subvención al gobierno para seguir manteniendo nuestro modesto hogar? Definitivamente tendremos que cambiar perspectivas y explorar otras posibilidades. Como tanta gente cuyo medio de vida se ha basado en industrias que ahora implosionan. Vamos a tener que ir empezando a... ¿desenfocar la realidad para enfocarla de nuevo?

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Lovecats, de Benita Winkler