viernes, 24 de abril de 2009

Sant Jordi en el Mediterráneo

Ayer fue un día especial en mi ciudad, Sant Jordi es una especie de conmemora-
ción de la primavera, del estallido de la vida tras las durezas del invierno. Se celebra de una manera peculiar, con ese estallido de color, de olor a rosas y flores por doquier. Se regalan rosas a las amigas, a las madres, a las princesas, a las novias, a las amantes. El contrapunto al color lo pone la imaginación que se torna palabra, papel, cuartilla, poema, libro. Las paraditas de libros rivalizan en desmesura con las de las flores. El ambiente de fiesta se respira desde primeras horas de la mañana, en que los madrugadores ya pueden comprar las primeras flores.


Ayer tuvimos un día espléndido. Todo invitaba a salir, a empaparse del aire tibio en la mañana, del jolgorio de la tarde. Yo trabajé en el hospital, que también se llenó de rosas, las que los médicos compraron a enfermeras, secretarias... fue bonito ver el hospital, blanco y rojo, blanco y blanco.


Lo que no logro comprender (y no soy la única) es que en mi tierra este día no sea fiesta. En otras comunidades sí que lo hacen. Día éste, aniversario de la muerte de Shakespeare y de Cervantes (23 de abril de 1616).


Un día bonito, un día para vivirlo en la calle, con la gente, un día para integrarse y dejar pasar el tiempo, un tiempo ya de primavera.

1 comentario:

Joselu dijo...

Lo disfruté intensamente paseando y haciendo fotos en las Ramblas. Realmente era sorprendente el ambiente. Otros años no había tenido ocasión de saborearlo. Todos participábamos del espectáculo y dejábamos que nos hicieran fotos. Espero que los libros sean leídos y que no sean los únicos que se compren durante el año.


Lovecats, de Benita Winkler