jueves, 8 de enero de 2009

Robert Wolff: To do or not to do (spanish version)

Robert Wolff es un señor americano que ha vivido lo suyo. Ha estudiado y ha aprendido con tribus que no viven como nosotros ni ven el mundo de la misma manera en que "la Civilización" lo hace. Además de su libro Ancient Wisdom, que como ya he comentado en otra entrada anterior, no ha sido todavía traducido al castellano (¿Me lee algún editor hispanohablante interesado? por favor, que se ponga en contacto con Inner Traditions, la editorial que tiene los derechos de esta obra en inglés.) este señor tiene un sitio web excelente, en el que escribe regularmente y comunica lo que piensa y siente, R. Wolff's website, que recomiendo con entusiasmo. Todavía no he leído todos sus artículos, pero algunos sí, y me parecen valiosas reflexiones. Uno puede estar o no de acuerdo con ellas (yo declaro mi coincidencia de pensamiento), pero merece la pena tenerlas en cuenta. Ni siquiera por ver las cosas desde otra perspectiva o intentar establecer otra dimensión de pensamiento desde la que contemplar el mundo en que vivimos.

He traducido un artículo suyo cuyo título encabeza esta entrada. La traducción al castellano es fácil: "hacer o no hacer". Me he puesto en contacto con Robert Wolff, quien me ha dado su permiso para colgar esta traducción, que está todavía en fase de revisión, dado que no soy una experta traductora inglés-español. Si alguien que domine el inglés tiene alguna aportación para mejorar esta traducción con sumo gusto aceptaré comentarios, sugerencias, siempre con vistas a ser lo más fiel posible al original inglés. Le he ofrecido a Mr. Robert esta humilde traducción como agradecimiento a lo que él me ha enseñado.

En fin, me hace mucha ilusión poder subir en mi modesto blog una reflexión que encuentro tan lúcida. Thanks a lot, Robert, for writing it and accepting my poor Spanish translation.

Desde aquí también quiero agradecer a la comunidad de los Sn'goi, cuyo significado aproximado sería "los humanos" o "las personas", su lección de vida, que a través del libro de Robert he descubierto.

Espero que os guste.

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Hacer o no hacer, Por Robert Wolff.

Durante mucho tiempo he deseado escribir sobre una idea que bulle en mi interior. Nosotros, actualmente, en nuestra cultura, hemos olvidado que muchas veces lo más sabio es no hacer nada, no arreglar lo que ya hemos estropeado, no marear más la perdiz, como dice el dicho.

El Calentamiento Global es un hecho. Lo sabíamos hace bastante tiempo, pero, de modo gradual, la idea ha ido calando en nuestra consciencia. Nuestra respuesta ha sido casi unánime: buscar la manera de pararlo. Y también, unánimemente, nuestra tendencia a arreglar las cosas presupone que, por supuesto, no podemos cambiar nuestro estilo de vida, nuestra economía, nuestro sistema.

Tal y como lo veo, lo que ha causado el Calentamiento Global es el convencimiento, ampliamente asumido, de que el planeta es nuestro, de que somos los dueños de la Creación y de que podemos hacer lo que nos plazca. Esto significa que ignoramos la realidad de que el ecosistema está compuesto por la Biosfera, una delgada capa de aire, agua y tierra que hace posible la vida. En cualquier tipo de ecología las partes del todo están relacionadas entre sí. Si una especie en concreto se autoproclama “superior” y toma más de la Tierra de lo que aporta, esa especie está poniendo en peligro todo el conjunto. Lo que nosotros estamos devolviendo a la Tierra son toneladas de basura que no es biodegradable, que envenena la tierra, el mar y el aire.

Si nuestro modo de vida, nuestro modo de pensar, ha causado el Calentamiento Global, ¿cómo es posible que más de lo mismo lo vaya a solucionar?

No resulta sencillo decir esto en una Cultura que idolatra la idea de que absolutamente todo puede ser reparado con tecnología, ciencia moderna, montones de dinero o con nuestro maravilloso cerebro. Hay muchos ejemplos que atestiguan las maravillas que podemos realizar. Podemos enviar al hombre a la luna, podemos mantener con vida de modo artificial a seres humanos desahuciados, inventamos máquinas que hacen maravillas que nunca jamás imaginamos (y que ni tan siquiera necesitábamos); hoy en día no podemos imaginarnos a nosotros mismos sin un teléfono móvil (celular le llaman en algunos países) que también hace fotos que podemos enviar a otros móviles a cualquier parte del mundo, que incluso reproducen nuestra música preferida para distraernos y que envían y reciben mensajes escritos. Y siempre más. Y todo en una pequeña caja que cabe perfectamente en un bolsillo.
El lema actual del mundo en el que vivimos es más. Más de todo. Ésta es, en sí misma, una idea insostenible.

Una de las cosas que nosotros, quiero decir los humanos, hemos hecho durante los pasados doscientos, quizá trescientos años, es cambiar especies animales y vegetales de sitio. Una de las primeras importaciones de nuestra historia reciente fueron los tulipanes. Los tulipanes constituyen en la actualidad una industria próspera, también en el estado de Washington, pero fueron originalmente traídas de Persia.
En Hawaii muchos de los árboles y flores mostrados como “típicos” a los turistas no son autóctonos. No pocas de estas importaciones se han convertido en problemas porque no hay insectos, depredadores ni enfermedades que puedan mantener el equilibrio, así que estas incorporaciones acaban por dominar y reemplazar a las especies nativas. La ecología es en sí misma equilibrio, lo que una planta toma del suelo, otra lo aporta; una comunidad de conejos (o ratones o cualquier tipo de animal que crezca rápido) se mantiene estable en número por otros animales que se alimentan de ellos y también por la lluvia que cae y condiciona la cantidad de hierba que crecerá y servirá de alimento a estos conejos. Cuando se introduce una especie extraña al entorno, se crea un desequilibrio que necesita tiempo para reajustarse. Pero al principio algunas importaciones pueden, y de hecho lo hacen, reemplazar especies autóctonas, tanto animales como vegetales. Este hecho ha sido ampliamente probado en todo el mundo durante este último siglo.

Las islas de Hawaii son un buen emplazamiento para observar este problema creado por el ser humano. Nosotros (los humanos) somos la causa, intencional o no, del problema. Por ejemplo, el problema más reciente en Hawaii es una pequeña rana, del tamaño de la uña de un pulgar humano, la cual posee un potente grito. No estoy seguro de si la rana coqui fue traída aquí desde el Caribe a propósito o no, pero ahora está aquí. Este pequeño animalillo no hace ningún daño y, que yo sepa, no supone ninguna amenaza para las ranas autóctonas, pero hay gente que se queja del ruido. Así que el Estado ha asignado veinte millones de dólares para erradicar a la rana coqui. Los expertos descubrieron un producto químico que las mata si se pulveriza bajo las hojas sobre las cuales las ranitas se aferran durante el día. El polvo blanco las seca, como el ácido bórico deshidrata, mata, a las cucarachas. Desde luego, la tarea de blanquear la parte inferior de las hojas de platanero es un trabajo nada desdeñable y, a tenor de lo que yo he podido comprobar a mi alrededor, las ranitas sencillamente se van a otras zonas no contaminadas. No tengo ningún problema con las ranitas coquis, de hecho me gusta su co-qui co-qui vespertino (cantan solamente al atardecer y en las madrugadas, antes del amanecer). Me recuerdan los sonidos de la selva en la que crecí.

Tenemos otras plagas, claro, plantas que no nos gustan. Todos los esfuerzos invertidos en eliminar especies introducidas suelen ser con frecuencia infructuosos o crean nuevos problemas, a menudo peores a los anteriores. Las especies autóctonas de estas islas, como en todos los lugares, se han visto gravemente afectados por la pérdida de hábitat, consecuencia de nuestra voraz necesidad de tierra. La pérdida de hábitat es la principal causa de la extinción de millares de especies animales y vegetales en todo el planeta. Y cuando una especie desaparece, lo hace para siempre.

El problema que supone considerar como problema la importación de animales y plantas es parecido al problema de los inmigrantes ilegales. Construir muros nunca ha funcionado. Ni tampoco han funcionado las armas o las minas. Tengo serias dudas de que las leyes funcionen mejor. La lección a aprender es que debemos aprender a vivir con las consecuencias de nuestros actos. Gran parte de las culturas orientales lo ha sabido desde hace mucho, le llaman karma.

Somos –nos hemos convertido- en la especie más destructiva del planeta. Hemos literalmente cambiado la faz de la tierra. Hemos rellenado con cemento grandes trazados de tierra cultivable, hemos destruido más de la mitad de las selvas húmedas del planeta, hemos rellenado ciénagas, hemos convertido en lagos zonas en donde antes habían asentamientos humanos, estamos muy ocupados diezmando los océanos, hemos envenenado la atmósfera. Todavía estamos haciéndolo, incluso en mayor medida, cambiando el planeta más rápido de lo que podemos imaginar y más rápido que en ser conscientes de las consecuencias de lo que hemos y todavía estamos, haciendo.

Nuestra respuesta al Cambio climático hasta ahora han sido tibios intentos de diseñar formas alternativas para continuar viviendo y pensando como creemos que hemos de continuar haciendo.

  

Creo que nos hemos descuidado al no pensar con cierta amplitud de miras. Es ahora cuando comprendemos lo que es la ecología. Nosotros, los humanos, supimos hace mucho tiempo que éramos parte de todo lo que es, pero nuestra llamada Civilización nos lo ha hecho olvidar. Hemos olvidado pensar en términos de generaciones, no hemos tenido en cuenta que nuestros hijos y nuestros nietos tendrán que vivir, más bien tendrán que soportar, el mundo que hemos construido. Nos hemos convertido en seres extrañamente reacios a asumir las consecuencias.

Conozco gente cuyo estilo de vida se basa en las tarjetas de crédito, aun tomando en consideración que en mi país las tarjetas de crédito pueden cargar intereses del 23% o incluso superiores, a las que añaden más facturas por esto y aquello. Con frecuencia acaban debiendo el doble o más de lo que pidieron prestado, creo que ellos ni siquiera consideran ese dinero como “una deuda”. Hay bastante oferta de nuevas tarjetas de crédito que no cobran intereses durante los primeros seis meses, así que, en principio, la gente puede ir saltando de una tarjeta a otra y luego a otra. ¿No resulta obvio que este sistema ha de tener un límite? En un tiempo en el que el precio del petróleo es alto y probablemente se incrementará, la gente continúa comprando coches grandes (enormes), todoterrenos que se asemejan a pequeños autobuses y otros vehículos de gran formato, engullendo grandes cantidades de gasolina, conducidos muchas veces por una sola persona.

Los políticos deben de creerse los grandes diseñadores, los grandes artífices de este mundo. Quizá lo sean. Pero la mayoría parece ignorar lo que la ecología significa, parecen ignorar la naturaleza humana y parecen ignorar la realidad. Este país, que se jacta de ser el más rico, el más fuerte, el más duro de la Tierra, destina un presupuesto para defensa que equivale y supera el gasto militar de los tres países que le siguen juntos en el ránquing de países con amplio presupuesto militar; eso sí, no podemos permitirnos mantener económicamente un sistema de salud público, no podemos pagar la reparación de nuestros viejos puentes, construidos mucho antes de que hubiera en mi país más coches que personas. No tengo ni idea de por qué estamos en Irak. Ninguna de las razones que nos han dado a lo largo del tiempo transcurrido ha resultado ser cierta. Lo que sé es que nos está costando varios miles de millones de dólares diarios, incontables muertos y heridos, nuestros y suyos. La situación es claramente desastrosa: es un desastre peligroso. Por eso estamos planeando invertir otros sesenta mil millones en armas para unos pocos “países amigos” en esa parte del mundo. A nadie le parece remarcable que, a pesar de que la justificación que se nos ha dado es la de establecer un sistema democrático allí, todos estos “países amigos” se basan en dictaduras. Debe quedar bien claro que la mayoría del pueblo americano (70%) no quiere que estemos en esa guerra. Mas ellos nos dicen (quienesquiera que sean “ellos”) que ahora no podemos abandonar Irak porque el país es un caos total. Quizá parezca algo cínica mi opinión, pero me parece que “nosotros” no nos podemos marchar porque deseamos echarle el guante a “su” petróleo. Las consecuencias que esta aventura loca brinda y brindará son bastante claras.

Si el crecimiento incontrolado de nuestras industrias, si nuestro estilo de vida ha originado el Calentamiento global y esto está acelerando el Cambio climático, ¿no está claro que debemos cambiar nuestro estilo de vida? Lo que hemos de hacer no es buscar alternativas al petróleo, sino aprender a vivir sin él. Tenemos que rediseñar la idea del automóvil.

¿Son las plantas centralizadas generadoras de energía la mejor manera de proveer de electricidad a millones de personas?

Debemos reconsiderar el importar comida de la otra parte del planeta. Hemos de establecer de nuevo prioridades, y así sucesivamente con todo. Debemos pensar en cómo cambiar nuestro estilo de vida. ¿Qué puede ser más importante que la supervivencia?

Hemos sobrevivido durante cien mil años, incluso más, adaptándonos a lo que nos hemos ido encontrando en el planeta. Ahora corremos el peligro, no solo de exterminar a la mitad de especies del planeta, sino de acabar con nosotros mismos porque vivimos alterando constantemente nuestro entorno, cambiándolo, envenenándolo, en definitiva, lo contrario de adaptarnos a él.

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¿Qué pasaría si no tuviésemos Progreso en el sentido de “más” de todo? ¿Qué pasaría si dejásemos de buscar frenéticamente más petróleo, o de controlar el petróleo que hay? ¿Qué pasaría si aceptásemos las cosas como son, si nos sentásemos y disfrutásemos de los aromas del verano, de la pureza del invierno (si usted es de los que vive en el hemisferio sur)? Quiero proponer una moratoria: Vamos a “no hacer nada” durante una temporada acerca de los problemas que resultan de nuestros errores de percepción. No arreglemos nada. Dejemos que la naturaleza busque su propio equilibrio dinámico, después de todo la Naturaleza parece hacer las cosas mucho mejor de lo que nosotros hemos hecho. Dejemos en paz a los especies importadas y dejemos de preocuparnos de los animales y plantas que han sido traídas del otro lado del mundo. Nuestro cometido, como el del resto de especies que han poblado este planeta, tan solo consiste en adaptarnos a nuestro entorno y no adueñarnos de él. Adaptémonos. Es lo que a fin de cuentas los humanos mejor hacen. Durante miles de años aprendimos a vivir en los trópicos, en zonas muy altas, en las nieves árticas, en las pequeñas islas, en desiertos. Podemos sobrevivir tan sólo a base de carne (como hacen en el Ártico, en pequeñas islas del Pacífico), podemos sobrevivir llevando una dieta vegetariana como hacen en la India y otros lugares. Hemos sido capaces de sobrevivir ingiriendo comida basura, como hace este país, aunque nos hayamos convertido en obesos a base de comida rápida y falta de ejercicio. Ahora debemos aceptar vivir con los vegetales que hemos importado, con la gente que ha trabajado para nosotros, aunque ahora se les llame “ilegales”.

No podemos eliminar nuestros errores, debemos vivir con ellos. Pero las cosas cambian, esta es la realidad de todo lo que es. Los ricos se darán cuenta de que no pueden vivir ellos solos sin el resto de la humanidad, nosotros nos daremos cuenta de que no podemos morir de hambre mientras ellos devoran los manjares.

Los fanatismos religiosos (de cualquier tipo) se extinguirán por el agotamiento de sus seguidores. Luchar contra el capitalismo o cualquier radicalismo, tan solo echará más madera al fuego. Agresión e intimidación dará pie inevitablemente a una respuesta igual o mayor contra el agresor.

“No hacer” no significa actuar apresuradamente para cometer nuevos errores. El Calentamiento global está aquí; hay evidencias en todo el planeta de que el clima está cambiando. No creo que podamos parar estos cambios. Creo que nuestra tarea es aceptar y asumir.

No hace falta que fabriquemos todo aquello que podemos imaginar o inventar.
Me impresionan los testimonios de personas que utilizan su inteligencia para adaptarse, realizan cosas sencillas, incluso obvias, cosas que nosotros también podemos hacer para adaptarnos mejor a las circunstancias cambiantes: instalar un molino de viento para obtener su propia energía, instalar paneles solares, usar la bicicleta para desplazarse…

Estos gestos no van a detener el Cambio climático, pero nada va ya a detenerlo tampoco. Esos pequeños gestos individuales son ajustes inteligentes a “Lo que hay”.
A veces yo también siento la necesidad de “hacer algo”, para ayudar, para mejorar. Pero, ¿cómo saber lo que es mejor? Cuando analizo mis deseos entiendo que son la materialización de la idea moderna de que “El hombre está al mando”. Yo no quiero estar al mando y creo fervientemente (Lo sé) que nosotros, los humanos, no estamos al mando de nada. Yo soy parte de la comunidad de seres vivos, parte del aire que respiramos, del agua, de la tierra de este planeta. Nosotros no somos los dueños de este planeta.

Muchas de las cosas que hemos hecho los humanos son actualmente peligrosos desastres. Y, sí, querido B., L., y tantos otros, hay y siempre ha habido individuos maravillosos que han hecho cosas fantásticas.

La especie homo sapiens lleva camino de convertirse en una enfermedad planetaria.

Hace mucho tiempo atrás, escuché a alguien decir “en caso de duda mejor no hacer nada”. Esta máxima vale para mí. Lo que debo hacer debe ser hecho con conciencia. Por supuesto he hecho cosas que han resultado ser incorrectas, pero también he evitado hacer cosas peores. Si tengo dudas sobre el camino por el que voy, prefiero no seguir ese camino. La situación que me hizo pensar que tengo que hacer alguna cosa puede que sea también, en sí misma, mi propia manera de hacer: mi responsabilidad consiste en ajustarme a la situación en la que me hallo, no arreglarla.

En caso de duda, mejor no hacer nada

Buenas noches

Robert Wolff, agosto de 2007

2 comentarios:

Alonee dijo...

....dios mío:
que impotencia, leer de una persona tan inteligente e influyente, que nuestra tarea ante el cambio climático es "aceptar y asummir".... qué tristeza darte este tortazo contra la realidad....

un beso.

Laureta dijo...

Hola Sarah... ya no sé si leerás este comentario, pero después de leer, íntegramente esta entrada, no puedo irme sin dejar mi huella...

Primero que nada agradecerte que hayas traducido y tomado las molestias de buscar al autor para que te autorizara a colgarlo, pero sobretodo hacer posible que nosotros lo leyeramos, yo almenos... (en inglés creo que no lo habría hecho nunca!!). Y ojalà supiera más inglés para poder ponerme en contacto con la editorial y traducirlo, y más ahora que tengo todo el tiempo del mundo...

Bueno, cuando he empezado a leer el escrito, me ha recordado mucho a la película "Ultimátum a la Tierra"... fui a verla con unos amigos, y aunque la peli en sí es un poco normal, el trasfondo es mejor todavia... es impresionante... tal como las palabras de R. Wolff... Ese es el problema que tenemos los humanos, que pensamos que somos diferentes, que somos los más grandes, los más poderosos, los más dueños... los más... Y por suerte, no somos más que otra especie animal, ni Dios, ni nadie, somos nada más que otra especie animal más... Y no somos más que unos rastreros miserables que no nos importa otra cosa que el dinero y la egocentridad... y seguro que no hablo por todos...

A veces he pensado que haríamos un favor a la Tierra si nos extinguiéramos... De hecho, sé que hay un libro que me encantaría leer, que creo que se llama "Sin nosotros", que habla de qué pasaría si nosotros, los humanos, desaparecieramos... y te prometo que es mucho mejor de lo que estamos viviendo ahora...

Siempre intentamos hacer cosas que lo único que hacen es estropear o marear... es patético, y yo creo que lo que capto del autor es que al decir, no hacer nada, no se refiere a no hacer nada en el sentido literal, si no a no hacer nada tecnológico, técnico, y si a nivel individual, como eso que dices de usar la bici, o no ehcar el aceite por el fregadero, o usar el transporte público, etc... Todos nos llenamos la boca diciendo que reciclamos, que cuidamos el medio ambiente, y luego cuando llegas a las casas, ves que nada de eso es cierto... El otro día viví una cosa que me dejó hecha polvo: Un conocido lanzó como medio litro de aceite por el fregadero, lancé un enorme "mini grito" y dije, "pero qué hace buena mujer, usted sabe lo que contamina eso???" a lo que la buena mujer contestó "no pasa nada, si lo hace todo el mundo!"... me entró tal rabia y tal cosa por dentro que no pude decir nada más... Aunque lo más triste de todo es justamente eso, que todo el mundo lo hace... total, a mi ya no me va a pillar el desastre, yo ya estoy viviendo y el que venga detrás que se joda (con perdón!!!)...

Cuando estudié Ecología en la facultad, entendí bien todo eso de los ciclos que explica, que unos comen de otros, i la naturaleza se encarga de mantener el equilibrio exacto para que no se "extinga" ninguna especie... En una conferencia a la que fui ese mismo año, el conferenciante, casi con lágrimas en los ojos, pero muy firme en sus palabras, lanzó una pregunta a sus oyentes: "¿porque creen que la vida entre los humanos no es sostenible? ¿Porque no hacemos lo que sea para que no haya primer mundo i tercer mundo?" a lo que sólo respondió: "No hay suficientes recursos para que eso ocurra, porque si todos nos limpiáramos el culo con papel higiénico, sí empezaríamos a extinguirnos"... Fueron unas palabras muy duras, y casi rompe a llorar cuando las dijo, pero ¿qué parte de razón tiene? Es cierto que no podemos vivir todos como primer mundo, o que al hacerlo, deberíamos pasar a vivir todos como 2º mundo y no queremos renunciar a ello??? Somos unos egoistas...

Hemos creado un mundo de monstruos, de seres sin escrúpulos ni sentimientos, dispuestos a destruir el planeta con el único propósito de conseguir más, i más...

Tendría que haber una mutación en nuestro cerebro que cambiara la forma de pensar, actuar, etc, para empezar a hablar de recuperar nuestro planeta...

Y podría estar explicando cosas, i comentando montones de cosas que me han hecho pensar del escrito pero creo que ya te he incordiado demasiado!!

Fantástica la entrada... y ante la duda, mejor no hacer nada, pero no olvidemos esas cosas obvias, por dios!

Un beso, Sarah, gracias por este texto!!!!


Lovecats, de Benita Winkler