jueves, 4 de diciembre de 2008

¡GRIPE!

¡Cielos! me ha pillado el trancazo...

Hacía tiempo que no pasaba por esto, un virus malicioso ha encontrado un punto débil en mis defensas, se ha colado y me tiene ante el ordenador hecha una auténtica piltrafa. Tengo décimas de fiebre (no demasiadas) y una congestión brutal, con dolor muscular en todo el cuerpo y ánimo para poco más que escuchar música y leer algún rato.

El martes acabé la última suplencia en el hospital. Creo que voy a estar unos días sin trabajo, por lo que aprovecharé este respiro, aparte de para enfermar, para reponerme reposando, tomando muchas infusiones calentitas e ignorando, como siempre, "la medicina del hombre blanco", que mucha confianza no me inspira.

Debo recomendaros a los que siguen el blog "Saber lo que busco" una de sus últimas entradas, que tiene que ver con la calidad de los trabajadores sanitarios y el cómo dan y nosotros recibimos las malas noticias. Creo que ha abierto un tema de reflexión muy interesante, ahora que todo está en cuestión y los servicios de urgencias se preeven saturados en los próximos días, ante la incidencia de la gripe, que ya veis, no respeta ni al trabajador sanitario :-))

Sobre este tema tengo algunas reflexiones que pondré por escrito cuando me libre de los bichitos. Han surgido al hilo de esta entrada de Miguel y de mi lectura de Original Wisdom, libro en el que Robert Wolff describe y compara la medicina occidental al uso con la medicina tradicional de los Sn'goi, en Malasia, y por ende, de otros poblamientos preindustriales, con otra concepción más global de la salud, con un trato más personal y humano y con las ideas más claras de lo que es "calidad de vida" y aceptación de lo inevitable.

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Pero... la mente vuela más allá de gripes y muros de asfalto, la bruja sigue buscando paraísos escondidos en lo profundo de las islas que somos, islas en un mar inmenso, un mar de azules aguas, la bruja sueña con música, sueña en convertirse en sirena, allá donde mar y cielo son una misma cosa.

Sed felices.

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Lovecats, de Benita Winkler